miércoles, 27 de marzo de 2013

Torrijas.

Este dulce típico de semana santa tiene muchas variaciones en su preparación dependiendo de la región en la que estemos. Como de costumbre os voy a mostrar la receta de la familia, como las hemos visto hacer toda la vida a la abuela y a mamá. ¡menudas broncas nos echaban cuando las comíamos aún calientes, sin azúcar ni nada, según salían de la sartén!
Mi madre nos decía que antiguamente era un dulce que se les daba a las mujeres para recuperar sus fuerzas después del parto, y en Madrid hubo un tiempo que se servían en las tasquitas y tabernas con los chatos de vino.
Realmente es un plato de aprovechamiento, ya que se suele usar el pan sobrante del día anterior, aunque hoy por hoy se puede encontrar pan específico para torrijas en algunas panaderías y hacerlo el mismo día.
En casa, aunque comprasen pan de torrijas, se dejaba hasta el día siguiente, y ya me diréis nuestras ganas de torrijas cada vez que entrábamos en la cocina y veíamos el pan, sabiendo que había que esperar un día para hacerlas. Soñábamos con torrijas esa noche.



Ingredientes 10 - 12 torrijas.

- 1 barra de pan (normal o para torrijas).
- 1 l leche.
- 1 rama de canela.
- 3-4 huevos.
- 1/2 l aceite oliva.
- 100 g de azúcar.
- 1 cucharada rasa canela en polvo.
- piel de 1/2 naranja.




Calentar la leche en un cazo a fuego bajo. Una vez que rompa a hervir retirar del fuego, añadir una rama de canela, la piel de la naranja y dejar atemperar.
Cortar el pan a rebanadas de unos 2 o 3 cm, que no sean muy finas y ponerlas en una bandeja honda.
Añadir la leche atemperada por encima de las rebanadas y dejar que se empapen bien (tienen que absorber prácticamente toda la leche).
Pasar las rebanadas (ya empapadas en leche) por huevo batido y freír en aceite muy caliente hasta que adquieran un color dorado, por los dos lados.
Escurrir y rebozar bien con azúcar y canela.
Ya están listas. Se pueden consumir según salen o dejar enfriar un poco.

Nota: Es muy importante que la leche para "bañar" las torrijas esté tibia o fría, ya que si está caliente el pan se empapa mucho más rápido. Nos deja poco tiempo para trabajarlo y corremos el riesgo de que se deshagan las rebanadas al cogerlas.

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